A pesar de todas las predicciones, de acuerdo a las cuales las protestas de los jóvenes franceses no iban a lograr que su gobierno revocara la ley de empleamiento según la cual, aquellos menores de 25 podían ser desempleados sin justa causa, ha sido derrocada , es decir, los jóvenes franceses han ganado. Su gobierno ha retirado la ley, y los jóvenes se han retirado de las calles.
Pero la victoria de los jóvenes franceses deja una seria de respuestas a varios interrogantes abiertos alrededor del tema de participación ciudadana. En primer lugar, reafirma que las protestas, toda protesta en cualquier sistema democrático, muestra una falta en la relación entre el representado o constituyente primario, y representador, o político elegido.
La falta en mención se refiere a que mientras el primero elige de acuerdo a sus intereses, visiones y perspectivas, el segundo debe actuar acorde a éstas. Aunque por supuesto, por el camino se le aparezcan toda serie de prebendas que lo inviten a abandonar esos planteamientos que lo llevaron a ser elegido y se pliegue a estos que profesan quienes ofrecen las prebendas. Pues es en este momento en que el representado, debe acudir a esas formas de participación como la protesta que vienen siendo consideradas por algunos políticos “modernos” y algunos medios como repetitivas y carentes de imaginación, pero que son, como lo muestra el ejemplo francés, una de las pocas alternativas no violentas que aun le quedan al constituyente primario.
Pero la protesta como forma de participación, incluso la protesta francesa ha cambiado. El emblema de mayo francés de “seamos realistas, pidamos lo imposible”, a cambiado por lo que Antonio Caballero ha llamado “seamos soñadores pidamos lo posible”. Ya que no de otra manera se puede calificar lo pretendido por los jóvenes franceses, quienes se negaban a que el capitalismo salvaje hiciera con ellos lo que ha hecho con miles de jóvenes alrededor del planeta, y es someterlos a los libres designios del mercado. Los pueblos ya no buscan esas reformas estructurales que puedan mejorar sus condiciones de vida. Ahora se limitan a buscar el sostenimiento del status quo, que les garantice las condiciones en las cuales fueron inmersos en la sociedad.
Es decir, ya no soñamos, no vemos en la política una herramienta para modificar nuestras condiciones, para mejorarlas, sino simplemente una herramienta para mantenerlas. Pero es necesario romper el adormecimiento, abrir los ojos y pensar que todo puede ser posible, y que incluso dentro de la legalidad es posible modificar esas condiciones que se imponen al libre desarrollo y nos convierten en simples hacedores y reproductores de lucro. Pues somos mucho más que trabajadores y consumidores, ya que todavía somos seres humanos. A pesar de muchos.
Vancouver Abril 13 de 2006
HOLLMAN LOZANO
hollman.lozano@yahoo.ca
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