Durante muchos años la principal preocupación de la dirigencia política brasileña era insertar a Brasil en el grupo de países industrializados. Es decir, sacarlo económicamente del tercer mundo aunque geográficamente estuviese insertado en el. Con un trabajo organizado se logro la mayor parte de ello, sin embargo esto no aplico para la mayoría de los brasileños, pues mientras en algunos sectores de Brasilia y Río de Janeiro se vive en la más absoluta opulencia, en sectores marginales conocidos como “fabelas” las condiciones sociales solo han empeorado con el desesperado afán de insertar a Brasil en el grupo de países industrializados, llevando incluso a potenciar fenómenos como el de los “sin tierra”, los cuales toman por la fuerza extensiones de terreno baldías normalmente pertenecientes a acaudalados brasileños.
En ese contexto, el ex-sindicalista Luís Ignacio Lula Da Silva, se presenta a elecciones por el Partido de los Trabajadores, con propuestas políticas y sociales para sacar del abandono a todos aquellos que no cupieron en la industrialización de Brasil. De esta manera gana sus primeras elecciones presidenciales y accede a la presidencia del mencionado país. Sin embargo, miembros de su partido se ven penosamente envueltos en escándalos de corrupción que si bien no parecen lesionar directamente a Lula, logran por lo menos lastimar los márgenes de maniobrabilidad política del presidente brasileño.
Así trasciende el primer mandato de Lula, al cabo del cual se presenta a elecciones para continuar en el poder. Las firmas especializadas de encuestas lo señalan como el ganador de las elecciones a pesar de los señalados escándalos de corrupción de su partido; pero contrario a ello se manifestaron los brasileños, quienes han sabido enviar un claro mensaje a Lula y a los miembros del Partido de los Trabajadores, al someterlos a una segunda vuelta electoral en su carrera por la permanencia en la presidencia de Brasil.
Si bien es cierto que los índices de aceptación de la gestión de lula son diferentes dependiendo el sector poblacional que se mire, los escándalos de corrupción de su partido, así como la percepción de que su gobierno no se preocupa por los sectores de clase media, lograron afectar la percepción de aquellos sectores marginales en los cuales la campaña de Lula descargaba sus esperanzas acerca de la reelección, hasta el punto que, plantean serios interrogantes acerca de lo que será su maniobrabilidad ya en el poder.
Por ello, la frase que debería imperar en los discursos de Lula y las percepciones del Partido de los Trabajadores es que; el camino que están haciendo es el camino, pero hay cosas que corregir.
En ese sentido debe ser asimilado el triunfo que obtendría Lula en la segunda vuelta. Pues si bien este mantiene al candidato del Partido de los Trabajadores en el poder, éste triunfo está condicionado a que se ejerzan los correctivos necesarios para que, incluso esos sectores de clase media que tradicionalmente se mostraron como simpatizantes del Partido de los Trabajadores, regresen a sus filas.
Lo contrario, continuar por el mismo camino, suponer las dificultades del triunfo en primera vuelta como fruto producto del trabajo de los enemigos de la lucha de los trabajadores, o “el proletariado”, solo conduciría a Brasil a la ingobernabilidad y el caos, del que hace algunos años logro salir.
hollman.lozano@yahoo.ca
En ese contexto, el ex-sindicalista Luís Ignacio Lula Da Silva, se presenta a elecciones por el Partido de los Trabajadores, con propuestas políticas y sociales para sacar del abandono a todos aquellos que no cupieron en la industrialización de Brasil. De esta manera gana sus primeras elecciones presidenciales y accede a la presidencia del mencionado país. Sin embargo, miembros de su partido se ven penosamente envueltos en escándalos de corrupción que si bien no parecen lesionar directamente a Lula, logran por lo menos lastimar los márgenes de maniobrabilidad política del presidente brasileño.
Así trasciende el primer mandato de Lula, al cabo del cual se presenta a elecciones para continuar en el poder. Las firmas especializadas de encuestas lo señalan como el ganador de las elecciones a pesar de los señalados escándalos de corrupción de su partido; pero contrario a ello se manifestaron los brasileños, quienes han sabido enviar un claro mensaje a Lula y a los miembros del Partido de los Trabajadores, al someterlos a una segunda vuelta electoral en su carrera por la permanencia en la presidencia de Brasil.
Si bien es cierto que los índices de aceptación de la gestión de lula son diferentes dependiendo el sector poblacional que se mire, los escándalos de corrupción de su partido, así como la percepción de que su gobierno no se preocupa por los sectores de clase media, lograron afectar la percepción de aquellos sectores marginales en los cuales la campaña de Lula descargaba sus esperanzas acerca de la reelección, hasta el punto que, plantean serios interrogantes acerca de lo que será su maniobrabilidad ya en el poder.
Por ello, la frase que debería imperar en los discursos de Lula y las percepciones del Partido de los Trabajadores es que; el camino que están haciendo es el camino, pero hay cosas que corregir.
En ese sentido debe ser asimilado el triunfo que obtendría Lula en la segunda vuelta. Pues si bien este mantiene al candidato del Partido de los Trabajadores en el poder, éste triunfo está condicionado a que se ejerzan los correctivos necesarios para que, incluso esos sectores de clase media que tradicionalmente se mostraron como simpatizantes del Partido de los Trabajadores, regresen a sus filas.
Lo contrario, continuar por el mismo camino, suponer las dificultades del triunfo en primera vuelta como fruto producto del trabajo de los enemigos de la lucha de los trabajadores, o “el proletariado”, solo conduciría a Brasil a la ingobernabilidad y el caos, del que hace algunos años logro salir.
hollman.lozano@yahoo.ca
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