Thursday, November 09, 2006

Lula su nuevo Gobierno y los Matices de Izquierda en América Latina


Luego de tener que volver a las urnas a una segunda vuelta, el presidente de Brasil, Luís Ignacio Lula Da Silva se ha quedado con la presidencia de su país. Sin embargo, el reelegido gobierno brasileño no debería dejarse obnubilar por la victoria; por el contrario, debería detenerse a leer con calma el mensaje enviado por los cariocas al no reelegirlo en primera vuelta como se esperaba.
En primer lugar, es necesario manejar de una mejor manera los escándalos de corrupción.
No parece suficiente guardar distancia, suponer que las manzanas podridas pertenecen al Partido de los Trabajadores y que el presidente no tiene nada que ver con ellos. Pues al mismo tiempo que Lula es el presidente de Brasil, es la cabeza visible del PT, y a pesar de la distancia, esa clase de escándalos no le vienen bien a los esfuerzos de la izquierda brasileña por estar en el poder. Se hacen necesarios correctivos más activos, menos discursos y acciones más eficaces.
Como las que el gobierno viene desarrollando con los sectores mas necesitados a los cuales les envía mensualmente una suma de dinero con el único compromiso de que envíen a sus menores a la escuela. Pues con esta clase de medidas no sólo se está aliviando algunas necesidades económicas de los menos favorecidos, sino que al mismo tiempo se está invirtiendo en la educación de esos menores, lo que vale decir, en su futuro. Pues la educación es el único camino que tienen los pobres para abandonar las desventajosas condiciones en las que nacieron.
Sin embargo, no es solo en la mejoría de las condiciones de los menos favorecidos donde se ve la positiva presencia del gobierno brasileño. En el campo de las relaciones internacionales, éste ha sabido marcar diferencias frente a los organismos multilaterales que solo se preocupan por las cifras, al tiempo que se ha mantenido distante de los fanatismos bolivarianos que en nombre de la revolución pasan por alto los pilares principales de la democracia, la diplomacia y la cultura popular.
En nombre de la “izquierda”, de la “diferencia” y de los pobres, no se puede atropellar sociedades enteras, y arrinconar a los que disienten. Pues esos diferentes, esos disidentes son incluso mas necesarios que los que asienten, pues ellos demuestran las posibilidades de libertad de un gobierno.
A tiempo lo entendió el gobierno de Brasil. Aun están a tiempo de entenderlo los gobiernos de Nicaragua y eventualmente el de Bolivia. Pues por encima de los ideales de igualdad está la libertad, como bien supremo, como principio infranqueable e inquebrantable. No todas las “izquierdas” son iguales. Como en la derecha, hay fanatismos casi religiosos que ciegan la mirada y llegan a ver “representantes del imperialismo yanqui” hasta en Papa Noel.
En este momento existen dos modelos. El fanatismo, casi religioso de Chávez, o el modernamente democrático de Lula. Espectacular en términos de noticia el uno, pobre en términos de libertad, pobre en términos de noticia, -salvo por los escándalos-, pero consciente en cuanto a la necesidad de la libertad, para el buen desarrollo de cualquier sociedad.
Depende de los gobiernos de izquierda que han de venir el camino que escojan. La libertad no es, no puede y no debe ser, un valor de la derecha. Este es una necesidad de la idea y la realidad de la democracia. De otra manera estarán repitiendo modelos, volviendo a tristes historias ya vividas de las que la humanidad trata de olvidarse.
Si se tiene que escoger entre los posibles modelos de izquierda que se plantean en América Latina en el momento, con todo y sus bemoles, la opción Lula parecer ser la mas viable, que no la mejor por lo ya descrito. Pero el sensacionalismo chapista parece llevar la delantera.

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