Una de las razones por las cuales la democracia podía suponerse como una mejor forma de gobierno, al ser comparada con una dictadura por ejemplo, era que existían las suficientes garantías, a través de la separación de los poderes, la libertad de prensa y los derechos constitucionales, para que no se cometieran los excesos a los que tan proclives son las dictaduras. Una dictadura podía decir una cosa y hacer otra, mientas una democracia, por estar sujeta a las garantías señaladas, era menos proclive de hacer lo mismo, por lo menos abiertamente. Es decir, la posibilidad de que una persona estuviera detenida indefinidamente estaba medianamente regulada por los poderes y las garantías señaladas, y el presidente, o primer ministro en un país democrático, era simplemente uno de los poderes.
Pero lo acontecido en Estados Unidos con la ley que al tiempo que prohíbe excesivas formas de tortura, permite al presidente Bush identificar los enemigos, encarcelarlos e interrogarlos indefinidamente, sin la posible intervención de las altas cortes, es una bofetada a los valores occidentales que tanto dicen defender. Pues según la ley él, y nadie más sino él, tiene la facultad para decidir cuales serán los métodos a utilizar por la CIA, para obtener información “valiosa en su guerra contra el terror.” Es decir, el congreso estadounidense ha dejado en manos del presidente la facultad de decidir, cuales son las prácticas apropiadas y cuales los procedimientos que se llevaran a cabo con los combatientes enemigos. Ya que ni siquiera se ha delineado que podría y que no podría hacerse. Todo ha quedado en manos de la facultad discrecional del presidente. Incluso él, será la autoridad en cuanto al significado de la Convención de Ginebra con respecto al estatuto de los crímenes de guerra. Y aquellas decisiones que tome serán retroactivas a noviembre 26 de 1997.
Lo anterior constituye no solo una violación de la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura, ratificada hace algunos años por los Estados Unidos, al tiempo que una inconsistencia con lo señalado por George Bush en 2003 cuando aseguro que: “…Los Estados Unidos están comprometidos con la eliminación mundial de la tortura...y estamos liderando la batalla a través del ejemplo…” esta es también , una violación de los derechos humanos de los “unlawful combatants” pues se los esta situando por fuera de la ley, al ponerlos en la categoría designada por Giorgio Agamben as homo sacer, la cual fue tomada de la Roma Antigua y definía a una persona que podía ser asesinada con total impunidad y sin mayores sacrificios. Es decir, una persona que por la ley, estaba puesta fuera de la ley.
Los derechos humanos no son y no deberán ser circunstanciales. Ellos son inalienables independientemente de las acciones cometidas por el sujeto. Y si Estados Unidos, pronto Australia y luego Inglaterra, requieren de violaciones de las normas internacionales para continuar con su “batalla contra el terror” solo queda decir que no es necesario luchar mas contra este, pues aquellos que se oponían, si alguno, a occidente como civilización, han logrado que este, termine haciendo aquello que lo diferenciaba de los regimenes totalitarios, y era la posibilidad de que incluso los mas temidos criminales conservaran sus garantías constitucionales, a pesar de cualquiera hubieren sido sus acciones.
Tan lamentable y esquizofrenicas son las medidas tomadas, que ni siquiera expertos interrogadores de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, las reconocen como positivas.
Así lo asegura el Chief Warrant Officer Marney Mason, quien ha trabajado como interrogador por más de treinta años en Europa durante la guerra fría, y fue profesor en técnicas de interrogación, asegura que en algunos de los campos de entrenamiento ha sometido a los estudiantes a hostiles formas de interrogación, como fuertes ruidos en medio de la noche, falsos juicios, shocks eléctricos entre 15 y 20 voltios, y los estudiantes terminan confesando cosas que nunca en la vida han hecho. Es decir, mediante la tortura, el torturado dice lo que el torturador quiere oír, no lo que se supone que pueda saber.
En el mismo sentido se ha pronunciado Peter Brauer, interrogador durante la operación tormenta del desierto. Según Brauer, siempre se obtuvo información más confiable utilizando las técnicas tradicionales de investigación que utilizando procedimientos abusivos. De hecho este va mas adelante y dice “…yo no tengo una instancia en la cual el abuso fuese positivo luego de que los procedimientos regulares hubiesen fallado…”
Pero no parece que pueda haber mucho por hacer. La lucha, al menos por el momento la han ganado aquello que dentro de occidente estaban opuestos a sus valores tradicionales. Y las consecuencias de ello serán inimaginables. Es como si el mundo retrocediese en una semana trescientos años de civilización sin que nadie se inmutase. Pero aun siguen “luchando por la libertad y la defensa de la democracia”
hollman.lozano@yahoo.ca
Pero lo acontecido en Estados Unidos con la ley que al tiempo que prohíbe excesivas formas de tortura, permite al presidente Bush identificar los enemigos, encarcelarlos e interrogarlos indefinidamente, sin la posible intervención de las altas cortes, es una bofetada a los valores occidentales que tanto dicen defender. Pues según la ley él, y nadie más sino él, tiene la facultad para decidir cuales serán los métodos a utilizar por la CIA, para obtener información “valiosa en su guerra contra el terror.” Es decir, el congreso estadounidense ha dejado en manos del presidente la facultad de decidir, cuales son las prácticas apropiadas y cuales los procedimientos que se llevaran a cabo con los combatientes enemigos. Ya que ni siquiera se ha delineado que podría y que no podría hacerse. Todo ha quedado en manos de la facultad discrecional del presidente. Incluso él, será la autoridad en cuanto al significado de la Convención de Ginebra con respecto al estatuto de los crímenes de guerra. Y aquellas decisiones que tome serán retroactivas a noviembre 26 de 1997.
Lo anterior constituye no solo una violación de la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura, ratificada hace algunos años por los Estados Unidos, al tiempo que una inconsistencia con lo señalado por George Bush en 2003 cuando aseguro que: “…Los Estados Unidos están comprometidos con la eliminación mundial de la tortura...y estamos liderando la batalla a través del ejemplo…” esta es también , una violación de los derechos humanos de los “unlawful combatants” pues se los esta situando por fuera de la ley, al ponerlos en la categoría designada por Giorgio Agamben as homo sacer, la cual fue tomada de la Roma Antigua y definía a una persona que podía ser asesinada con total impunidad y sin mayores sacrificios. Es decir, una persona que por la ley, estaba puesta fuera de la ley.
Los derechos humanos no son y no deberán ser circunstanciales. Ellos son inalienables independientemente de las acciones cometidas por el sujeto. Y si Estados Unidos, pronto Australia y luego Inglaterra, requieren de violaciones de las normas internacionales para continuar con su “batalla contra el terror” solo queda decir que no es necesario luchar mas contra este, pues aquellos que se oponían, si alguno, a occidente como civilización, han logrado que este, termine haciendo aquello que lo diferenciaba de los regimenes totalitarios, y era la posibilidad de que incluso los mas temidos criminales conservaran sus garantías constitucionales, a pesar de cualquiera hubieren sido sus acciones.
Tan lamentable y esquizofrenicas son las medidas tomadas, que ni siquiera expertos interrogadores de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, las reconocen como positivas.
Así lo asegura el Chief Warrant Officer Marney Mason, quien ha trabajado como interrogador por más de treinta años en Europa durante la guerra fría, y fue profesor en técnicas de interrogación, asegura que en algunos de los campos de entrenamiento ha sometido a los estudiantes a hostiles formas de interrogación, como fuertes ruidos en medio de la noche, falsos juicios, shocks eléctricos entre 15 y 20 voltios, y los estudiantes terminan confesando cosas que nunca en la vida han hecho. Es decir, mediante la tortura, el torturado dice lo que el torturador quiere oír, no lo que se supone que pueda saber.
En el mismo sentido se ha pronunciado Peter Brauer, interrogador durante la operación tormenta del desierto. Según Brauer, siempre se obtuvo información más confiable utilizando las técnicas tradicionales de investigación que utilizando procedimientos abusivos. De hecho este va mas adelante y dice “…yo no tengo una instancia en la cual el abuso fuese positivo luego de que los procedimientos regulares hubiesen fallado…”
Pero no parece que pueda haber mucho por hacer. La lucha, al menos por el momento la han ganado aquello que dentro de occidente estaban opuestos a sus valores tradicionales. Y las consecuencias de ello serán inimaginables. Es como si el mundo retrocediese en una semana trescientos años de civilización sin que nadie se inmutase. Pero aun siguen “luchando por la libertad y la defensa de la democracia”
hollman.lozano@yahoo.ca
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