Thursday, November 20, 2008

Después de la teoría


After Theory

Terry Eagleton

Penguin 2004

224 páginas

 

 

 

Luego de las grandes teorías y los incisivos cambios de perspectiva que demostraban las estructuras sobre las cuales la sociedad occidental descansaba, y el carácter mutante del capitalismo que es capaz incluso de apropiar aquellas formas de resistencia que lo oponían e integrarlas al mercado entre muchas otras, es el momento de pensar, que viene después de la teoría. La mayoría de los grandes nombres de la teoría reciente, Foucault, Deleuze, Derrida, han fallecido y sus ideas y planteamientos han sido aceptados en su gran mayoría, o trascendidos en la perspectiva inicial en la que el autor la planteaba. La revolución causada por la teoría parece estar feneciendo y no se aprecian alternativas que puedan contrarrestar los avances de acríticas perspectivas y un cierto cinismo con el que el ser humano asume su realidad. En este orden de ideas, Terry Eagleton escribe “After Theory”, un libro en el que el autor inglés no solo hace un recorrido por cuales fueron los logros más importantes de ese rico conglomerado de propuestas teóricas que el acoge bajo el aparatoso nombre de teoría sino que plantea alternativas que puedan continuar o reorientar  preceptos epistémicos para aprehender la realidad de una manera diferente a como la estructura de mercado pretende que esta sea aprehendida.

Si bien existe una serie de diferentes e incluso opuestas perspectivas que Eagleton junta dentro del término teoría, por instancias el hecho de juntar dos perspectivas sin mayor en común como la de Derrida y Foucault que si bien son teóricas y pretenden develar las estructuras que subyacen en el ejercicio de poder y  las construcciones del lenguaje, tienen amplias diferencias como quedo evidenciado en la ediciones posteriores del “Ensayo sobre la Locura en la Época Clásica,” también es cierto que el propósito de la mayoría si no todos de los planteamientos teóricos que Eagleton acoge bajo ese nombre son constructos teóricos que pretenden modificar las perspectivas desde las cuales la realidad es entendida con el fin de extender el proceso critico de apropiación de la realidad. En ese orden de ideas, dentro del término teoría cultural, Eagleton recoge los mayores aportes en el campo de las ciencias humanas realizados dentro de lo que él llama el “heyday”  de la creación teórica que tuvo lugar entre 1950 y 1980.

En primer lugar cabe notar que Eagleton está en lo cierto cuando asegura que lo primero  que se debe hacer al evaluar  los logros de la teoría es reconocer la imposibilidad de la nostalgia de un tiempo antes de la teoría. Para bien y/o para mal, los logros y las faltas de los planteamientos teóricos han tenido gran influencia en la percepción y apropiación de la realidad del sujeto, hasta el punto que el presente marco de referencia desde el cual esa realidad se comprende sería impensable sin los logros, los cambios y las faltas introducidos por la teoría.   Luego de desechar las nostalgias conservadoras de quienes pretenden retornar a épocas anteriores, es necesario reconocer que la razón por la cual se debe pensar en las alternativas después de la teoría es porque no mayores creaciones teóricas están siendo producidas y algunas, si no la mayoría de aquellas que fueron creadas en el periodo mencionado ya hacen parte del status quo. Si bien es cierto que la teoría cultural ha sido exitosa al poner de presente trasfondos de género, estructuras de poder y dinámicas de despersonalización,  que pretenden  posibilitar singularidades desde la desubjetivación del discurso, también es cierto que como la teoría cultural al estar enfocada en luchas específicas, ha dejado de lado perspectivas generales, apartándose de responder preguntas aun fundamentales en la vida de los seres humanos.

No deja de llamar la atención sin embargo, que luego de reconocer la imposibilidad de retornar a un periodo antes de la teoría cultural, uno de sus principales propósitos es el de resituar el discurso en los términos en los cuales este tenía lugar antes de la denominada posmodernidad, en ese orden de ideas, Eagleton acude a ideas como “naturaleza humana”, “verdad” u “objetividad”, no con el fin de devolverse en el tiempo, según él, sino de corregir las falacias en las que incurrió el posmodernismo. Sin embargo, la “solución” planteada por Eagleton, retornar a tres de las ideas más perjudiciales de la modernidad, ponen de presente hasta qué punto el intento por plantear un escenario después de la teoría, no es en realidad un soterrado propósito por retornar a ese periodo anterior a ésta, tal vez por una suerte de conveniencia epistemológica, o por temor de lo que vendrá, luego de los escenarios actuales.

El propósito de Eagleton no es buscar alternativas para lo que vendrá después de la teoría cultural, o embarcarse en un debate que vaya a autores y textos de la posmodernidad y reconozca sus falencias y sus meritos con el propósito de buscar puntos comunes que puedan allanar el camino para nuevos planteamientos, el propósito de Eagleton en “After Theory” es pasar la página luego de un análisis inacabado e irresponsable del posmodernismo, devolviendo el conocimiento a unos dogmas de fe que debieron darse por superados hace mucho tiempo.

El problema con el ejercicio llevado a cabo por Eagleton no es el que la frase “After Theory”, o “después de la teoría” se ponga de presente, es necesario que la pregunta se lleve a cabo, se haga un balance de lo positivo y lo negativo que pudo traer el fenómeno de la posmodernidad - que es el soterrado objeto al cual Eagleton se refiere con el nombre de teoría cultural – sino la falta de un ejercicio académico responsable que nombre el objeto de debate por su nombre, y se refiera a la teoría cultural si va a ser ésta el objeto de debate o a la posmodernidad si va a ser ella la el objeto del debate. Al cabo de ello, autores y planteamiento representativos deben ser puestos de presente con el fin de diseccionar las falencias, las ventajas y las posibilidades que el autor y sus planteamientos ha tenido y en qué condiciones un escenario después de ese planteamiento teórico es posible. Pero nada de lo mencionado ocurre en “After Theory”. Si bien la idea inicial de Eagleton es loable, la técnica, o precisamente la falta de esta dan al traste con lo que de otra manera hubiese podido ser un juicioso y responsable ejercicio académico capaz de plantear alternativas para “después de la teoría”. 

Wednesday, November 19, 2008

Anotaciones acerca de Female Chauvinistic Pigs

No pocas fueron las mujeres y luego los hombres que alrededor del mundo abrazaron la causa feminista, pues esta prometía el fin de la opresión de las mujeres y la creación de sociedades más igualitarias e inclusivas, que pusieran fin al legado patriarcal de las sociedades modernas. Diversas e incluso opuestas fueron las perspectivas e intereses de la primera a la tercera ola feminista, que pasaron desde clamores como: “no le den votos a los negros dénoslos a las mujeres blancas”, ostentados por la primera ola feminista en su lucha por el derecho a votar de las mujeres, pasando por famosas frases como la de Marilyn French de acuerdo a la cual “todos los hombres son violadores y eso es todo lo que ellos son. Ellos nos violan con sus ojos, sus leyes y sus códigos.” Sin embargo, de estas posiciones radicales, se paso a posiciones mucho mas mesuradas y consecuentes como la de la tercera ola, que sin abandonar aquello que estaba en la base, la lucha para acabar la opresión de la mujer, trabaja en contra de prácticas de discriminación y exclusión que no solo incluye a las mujeres, sino también a los inmigrantes, indígenas y minorías sexuales. Con todo lo mencionado es necesario resaltar que a pesar de las dificultades y las contradicciones internas del feminismo, no fueron pocos sus logros. Con el eslogan de “lo personal es político,” el feminismo contribuyo a que asuntos que tradicionalmente se habían visto como problemas privados y se habían resuelto al interior del hogar, como la violencia domestica o la inasistencia alimentaria, se volvieran asuntos políticos que requerían la intervención del estado. No menos importante fue la educación y la legislación que convirtió el acoso sexual en una herramienta en favor de la des-objetivación de la mujer como un objeto sexual y contribuyo en no poco a que estas pudiesen llegar a posiciones de poder que antes habían sido reservadas exclusivamente para los hombres. Sin embargo las cosas poco a poco comenzaron a cambiar. Las hijas de las mujeres que habían dedicado su vida a que la mujer fuera más que un objeto sexual, que estuviese en igualdad de oportunidades con los hombres, ahora recorrían las calles con sudaderas con logotipos explícitamente sexuales, como “juicy” o “do you want a ride” que desvirtuaban la lucha de la generación anterior. Como si las banderas de la lucha por los derechos de la mujer no hubieran hecho su tránsito de la generación precedente a la actual, como si todo hubiese sido en vano. Sin embargo, ese retorno a los valores chauvinistas no fue propiciado por hombres retrógrados que se negaban a la libertad y la libre expresión de las personalidad de las mujeres. Ni por la necesidad de volver a una sociedad tradicional en la que mujer estuviese en casa y tuviese que “dedicarse a los hijos y el marido.” Esta vez fueron mujeres, que en nombre de la independencia y la liberación femenina, decidieron resituar a la mujer como un objeto sexual, es decir, utilizando los logros del feminismo, su lenguaje y sus ideales le asestaron un golpe fundamental, no por demostrar el feminismo como anejo, contradictorio o innecesario, sino por crear las condiciones objetivas de su inexistencia desde el interior del mismo feminismo. Este fenómeno, que ha generado cambios y modificado la percepción de la mujer particularmente en los últimos anos, es referido por Ariel Levy como “raunch culture”. Según Levy “raunch culture” es la norma según la cual todas las mujeres empoderadas tienen que ser excesivamente sexualizadas de manera pública, y la única señal de sexualidad que parecemos capaces de reconocer es una alusión directa a red light entertainment. En ese sentido, lo que Levy refiere como mujeres chauvinistas, es simplemente mujeres que han abandonado su femineidad para adoptar valores y perspectivas tradicionalmente asociados como masculinos; dentro de esta perspectiva, stripping es tan valorado para mejorar la situación de la mujer, como mejorar la educación o soportar a las víctimas de violación. En ese sentido, el hecho de que mujeres hayan accedido a instancias de poder económico y político no quiere decir que la situación de la mujer haya mejorado, por el contrario, estas mujeres que han accedido a estas instancias de poder promueven visiones en las que la mujer es un objeto sexual, y progresar en la vida, bien sea por la fuerza del intelecto o unas caderas y unos senos bien puestos son igualmente validos, pues lo que importa no es como se progresa, si durmiendo con la junta directiva de la empresa, o escalando posiciones en una permanente muestra de capacidad y habilidades. No se trata de moralismos, cada quien puede hacer con su cuerpo lo que le venga en gana, pero hacer ello en nombre del feminismo es lo que parece cuestionable cuando menos.
Sin embargo, lo que sí es de facto cuestionable es que esa visión haga carrera y mujeres jóvenes vean en su cuerpo la única posibilidad de abrir puertas siempre y cuando ellas hagan lo propio con sus piernas.
No se trata de que las mujeres hayan vuelto a ser abiertamente obligadas a seguir unos patrones predefinidos por la sociedad, se trata de que ellas deben seguir esos patrones, pero no desde una imposición abierta que en nombre de la religión, o la tradición, hace a las mujeres súbditos objetos de los deseos masculinos, sino desde un proceso subterráneo, que a un nivel inconsciente hace ver como positivo y deseable la objetivación sexual de la mujer. Por ello es que algunas mujeres comenzaron a matricularse en strip dancing y a seguir a las actrices porno como el modelo a seguir, no solo en la manera como el sexo debía ser practicado, hasta el punto que el libro, “como hacer el amor como una estrella porno” de Jenna Jameson, llego a ser el más vendido en los estados unidos por varias semanas. Sin embargo no es solo la aproximación a la sexualidad la que estaba cambiando. Poco a poco y quizá sin que nadie lo notase, mas y mas mujeres pretendían verse como estrellas porno, no ya en la tradicional imagen del cabello desteñido, los senos desproporcionados y los zapatos de plataforma de doce centímetros, sino a través de operaciones quirúrgicas a las cuales las mujeres se siguen sometiendo para que sus vaginas se vean como aquellas de las estrellas porno, sin importar amplia evidencia según la cual esta clase de intervenciones quirúrgicas puede afectar no solo la sensibilidad, sino también la posibilidad de un parto natural. Sin embargo el fenómeno va más allá de la pornizacion de la vida diaria, pues como lo señala Levy, se trata de una aproximación a la sexualidad según la cual esta es una moneda de cambio, un objeto que se da o se intercambia a cambio de aceptación social y pertenencia. O por lo menos así es como es interpretado luego de entrevistas y análisis realizados a niñas de once y doce años que aceptaron tener relaciones sexuales con jóvenes de cursos más avanzados, no en la búsqueda de un placer hedonista o la exploración del cuerpo, sino como objeto que ellas dan, a cambio de ser socialmente aceptadas en los grupos a los que sus compañeros sexuales tienen acceso. Es decir, no es placer, ni curiosidad, ni el deseo de explorar, lo que lleva a estas jóvenes a tener su primer experiencia sexual, que al decir de estas jóvenes no había sido placentera, lo que las lleva a esto es una necesidad de pertenecer a algo, de ser socialmente aceptadas, de mostrar que han crecido, sin embargo, en el trasfondo, lo que en realidad esta es una confusión entre el deseo de atención y el deseo sexual.

Se puede o no estar de acuerdo con los planteamientos de Ariel Levy, pero lo que no se puede pasar por alto es que la discusión sobre feminismo, sexualidad y objetivación de la mujer deben ser replanteadas y analizadas para ver que de positivo y negativo tiene esta amalgamada visión de feminismo que Levy llama “raunch culture” en las realidades objetivas de las mujeres, la relación con su entorno y las implicaciones en la autoestima femenina.