La responsabilidad política sobre la operación Jaque no puede ser una si los resultados son positivos y otra si los resultados son adversos. Cuando existía el rumor de que uno de los militares que había participado en la operación, había utilizado el peto de la Cruz Roja, se acepto sin cuestionamientos la teoría según la cual el militar había utilizado el peto al sentirse “asustado al ver tantos guerrilleros”, y el presidente Uribe asumió la responsabilidad por lo que había ocurrido. Ahora cuando los hechos están más claros, resulta que la responsabilidad asumida era solo parcial. De acuerdo a las declaraciones oficiales ni el ministro de defensa, ni los altos mandos militares supieron de los acontecimientos antes de que el video de la operación se hiciese público, ello querría decir que la operación, y sus pormenores no fueron decisiones político-militares tomadas al más alto nivel, sino fruto de las consideraciones de los oficiales que estaban tomando parte en la operación. Es decir, como la operación militar fue exitosa entonces el gobierno asume responsabilidad por los hechos, pero cuando algunas nubes empañan ese éxito, el gobierno amenaza a aquellos que participaron en la operación con retirarlos del servicio y cargos de traición a la patria. Sin embargo, ya se aceptaron las excusas porque el militar se había puesto el peto de la Cruz Roja, y ese es el hecho fundamental, que mintió al jurar por su hijo que así había sido, bueno también mintieron los oficiales que llevaron a cabo la “investigación” sobre ese hecho y aseguraron lo mismo que había asegurado el portador del peto del organismo internacional. El problema de fondo es la decisión de haber incluido el peto de la Cruz Roja en los elementos que harían parte de la operación, pues una vez esa decisión está tomada ponerse el peto por quince minutos o una hora no cambia en mayor sentido las cosas, la violación a la ley de guerra está hecha, un miembro de las fuerzas armadas en una operación militar encubierta en una aeronave en la cual se portan armas se está valiendo del respeto y el reconocimiento que la Cruz Roja tiene para engañar a sus opositores, además del uso indiscrimado del logotipo de reconocidos medios de comunicación para llevar a cabo la operación.
Contrario al sentir y al dicho popular, en la guerra no todo se vale. Si bien la guerrilla y los paramilitares constantemente violan las convenciones internacionales sobre la guerra y la paz, ello no implica que el Estado Colombiano pueda hacer lo mismo con el fin de lograr sus objetivos, pues no solo pone en duda su legitimidad, sino que pierde la autoridad moral frente a sus opositores. Es un hecho que la libertad de los secuestrados es un éxito, pero la libertad de esos secuestrados de primera clase no solo dificulta la posibilidad de que operaciones militares similares se lleven a cabo con los secuestrados de segunda y tercera clase que aún permanecen en la selva, sino que hace casi imposible el que verdaderas misiones humanitarias puedan acceder a ellos.
Wednesday, August 06, 2008
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