Sunday, March 30, 2008

Colombia el eterno retorno de la violencia

Sorprendido por la acrítica aceptación de los hechos que condujeron a la muerte de Raúl Reyes, el pasado fin de semana le envié a varios amigos un artículo del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince publicado en revista Semana en el que se cuestionaba la validez de la percepción según la cual todo se vale. Para mi sorpresa la mayoría de respuestas asentían que todo se valía. Todos los mecanismos eran legítimos con tal de acabar con la guerrilla.
Sin embargo es necesario tener en cuenta que la violencia independientemente del bando que la ejerza y el valor supremo en el cual se pretenda justificar su necesidad, es violencia, y una masacre como la que acabo con la vida de Raúl Reyes no tiene nada de diferente a las masacres perpetradas por la guerrilla o los paramilitares. En el mismo sentido, la mutilación de un cuerpo por sugerencia del ejército colombiano -el caso de Iván Ríos- no tiene mayor diferencia con las mutilaciones llevadas a cabo por los grupos paramilitares o por la guerrilla. Todos estos son actos de violencia que en nombre de un “futuro mejor” y el apoyo de los “colombianos de bien” elimina a aquellos que se oponen al predeterminado “rumbo” que el país debe seguir. Como es posible que el Estado colombiano condene públicamente las violaciones de las leyes de la guerra cometidas por la guerrilla, pero justifique con sonrisa triunfante las propias.
¿No era el Estado colombiano el que condenaba a la guerrilla por practicar todas las formas de lucha?
¿No es precisamente esa la praxis del Estado colombiano hoy?
Se hace preciso anotar sin embargo, que contrario al “furor” popular, no son nuevas estas medidas. Ya una vez Colombia ensayo el todo se vale cuando ataco a un grupo de campesinos que pretendía defenderse de la violencia partidista de ese entonces en Marquetalia y Patio Chiquito y el resultado, contrario a las intenciones del gobierno de ese gobierno fue la creación de las Farc y el E.L.N. Lo único que queda claro del fervor anti-Farc es que Colombia no ha aprendido la lección. Que el país se niega a aprender de su historia y continua repitiéndola en un nietzscheano eterno retorno que como dijera Deleuze es diferente cada vez que se repite, pues los años pasan, los nombres de las víctimas y los verdugos cambian, pero las prácticas siguen siendo las mismas. Y lo peor de todo es que seguirán siendo las mismas, hasta cuando Colombia aprenda que una nación solo se construye desde el respeto y el apego a la ley, pues de lo contrario los hijos de los cabecillas de hoy serán los guerrilleros del mañana y las victimas de los excesos de la guerrilla de hoy serán los paramilitares de mañana. Si lo que el Estado colombiano pretende en realidad es parar la vorágine de sangre, eso no se consigue masacrando y descuartizando seres humanos por más Raúl Reyes o Iván Ríos que estos sean. De hecho lo poco que ha ganado Colombia con la muerte de esos miembros de las Farc, se ve escuálido con lo que se hubiese podido adelantar en los caminos de paz si estos hubiesen sido capturados en vez de masacrados y mutilados. Pero más para mal que para bien Colombia ha escogido un camino y ha escogido a las Farc como las responsables de todos los males que la aquejan, porque es más fácil culpar a las Farc, el E.L.N. o los paramilitares que propiciar los cambios para acabar con las realidades sociales, políticas y económicas que soportan estos grupos.

Monday, March 03, 2008

La muerte de Raúl Reyes; algunas reflexiones

Luego de seis años en el poder, y destinar el cinco punto ocho por ciento del producto interno bruto del país al sostenimiento de la guerra, la política de seguridad democrática en Colombia, ha dado uno de los resultados que tanto se le pedían, el capturar o dar de baja a alguno de los miembros de la cúpula de las Farc. Raúl Reyes ha sido dado de baja en aun no muy claras operaciones de las fuerzas armadas colombianas en el ecuador. Si bien es cierto que las fuerzas armadas están en la obligación constitucional de “defender” a los colombianos, no parece claro que se hayan hecho mayores esfuerzos para capturar al jefe guerrillero y su comitiva. Máxime si se tiene en cuenta que las informaciones de inteligencia de que disponían, así como la interceptación de una llamada satelital, daban certeza sobre el sitio y la hora donde estaría el jefe de las Farc. El otro asunto que llama la atención es lo confuso del sitio de las operaciones. El gobierno colombiano asegura que la participación aérea siempre se hizo de manera tal que no violara el espacio aéreo ecuatoriano, sin embargo llama la atención como se hace para bombardear territorio ecuatoriano sin violar su espacio aéreo. Pretender hoy, que el campamento donde fue dado de baja está en territorio colombiano es creer a pie juntillas los comunicados del gobierno sin leer entre líneas las inconsistencias de las versiones oficiales, sin entender, que el campamento estaba dos kilómetros adentro del territorio ecuatoriano. No se trata de subestimar lo que la muerte de Raúl Reyes implica en el escenario del conflicto colombiano, es un logro militar importante con relevantes consecuencias políticas y militares en el ya álgido conflicto armado interno. De lo que se trata es de poner de presente que la mayoría de los golpes puntuales que el gobierno colombiano le ha propinado a las Farc se han dado en confusas operaciones militares en países vecinos, que no solo violan la soberanía de estos, sino que plantean serios riesgos para las relaciones con los países vecinos. Las fuerzas armadas están en la obligación de cumplir con su deber, pero ese deber tiene que ser cumplido dentro de las rigurosas normas del Derecho Internacional Humanitario y el respeto a la soberanía de los países vecinos, no hacerlo es legitimar los discursos que tanto daño le han hecho a la institucionalidad colombiana, aquellos según los cuales el fin justifica los medios, incluso si estos medios traen aún peores consecuencias que las que intenta resolver. Aún están por verse cuales serán las consecuencias reales de la muerte de Raúl Reyes, algunos analistas hablan de una desmoralización de la tropa guerrillera, un abandono en masa de filas por parte de guerrilleros rasos, al sentirse desmoralizados, vulnerables y desprotegidos. Sin embargo el escenario opuesto también es posible. La escalada de acciones militares por parte de las Farc para demostrar que aun son capaces de afectar al gobierno colombiano, y fortalecer su posición, es una alternativa que parece estar más en sintonía con el tradicional comportamiento de las Farc.

El conflicto no debe y no puede ser ganado de cualquier manera, el gobierno colombiano y las fuerzas armadas no deben ser los principales violadores de la ley interna y las normas internacionales, la institucionalidad esta de su lado, así como la obligación de respetar y hacer respetar la ley, de lo contrario, volvemos al tan dañino discurso según el cual, el fin justifica los medios.
Hollman Lozano